Hay días feos, días "ahí", días de mierda, dias complicados y días como el de hoy.
Hoy le puedo dar cátedra a Murphy, "si algo puede salir mal, saldrá mal..." bueno, cosa de gurises. La onda magnética comienza ayer a la noche cuando el calor y los bichos de luz (que no son adorables luciérnagas)te copan la parada, no hay chances de escapar; te morís de sed, te tomás más de dos litros de agua mientras estás tirado en la cama y por las sucesivas dos horas y medias posteriores vas al baño a razón de dos veces cada quince minutos. Y se te empieza a hacer tarde, mirás de reojo cada tanto el despertador y ya no era ni la una, ni las dos de lamañana sino que amenazaban las tres y vos seguías visitando el baño. Lográs dormirte y soñar, sí, porque todavía te queda margen para eso de vez en cuando y digamos que soñás bien, con una compotera con frutillas, con gente o caras "conocidas", con un moño y un auto bordó, con un saco de pana (hola, hacen 30 grados en mi colchón, Freud! ¿Qué hacemos con eso?). Y de golpe se te fue todo a la mierda soñando y el sol rabioso y desubicado te clava el rayo en el ojo izquierdo y tirás el despertador al diablo, la sábana que no sabés por qué te estaba tapando y con un re-suspiro apoyás el pie derecho (derecho!) en el piso caliente, bien caliente y pegajoso o quizás vos sos el pegajoso pero tenés que echarle siempre la culpa a alguien para no sentirte tan miserable desde el vamos. Y mirás el despertador que tiraste y te das cuenta que sos un pelotudo, que te quedaste re dormido (no tenías compromisos de todas formas), que soñaste mucho más de lo que el margen te permitía y ya era casi el mediodía, "casi" por que si no era muy improbable que el rayo siniestro del sol coincidiera exactamente con tu retina izquierda.
Y te despertás como podés y te servís medio vaso de yogur porque no alcanza a lleno y te derretis pero no te da el tiempo para bañarte entonces cargas la bolsa de los mandados con la comida y salis a la calle y te querés matar, la vereda está tan caliente que tus ojotas no sirven ni de accesorio, pero bueno no son tantas las cuadras hasta el estudio contable y en tus oidos dale que va cienfuegos y ahí pensás en que quizás era más conveniente escuchar algo de folklore islandés (bjork por ejemplo...) a ver si de esa forma el frío podía entrar de alguna forma en tu
cabeza.
Y llegás y te vas a la cultural, dejás la comida y salís con la bolsa de los mandados vacía a hacer los mandados propiamente dichos. Entrás a la fiambrería y rogás tener el número cien solo para quedarte parada abajo del aire acondicionado un rato, pero no, tenés la puta suerte (esa que no tenés jamás) de que una señora salga enojada por la tardanza y te regale su número. "Che, ¿por qué número van?", "74" y a mi me habían regalado el 77, cosas que no pasan si uno quiere que pasen, nunca, nunca. Comprás los cien gramos de queso aburrido de máquina y salís al infierno, te metés en la verdulería, mirás un poco para todos lados y te aburrís y te vas sin comprar nada; a la mierda la ensalada.
No queda más que hacer en la calle, te vas a tu casa, subís los cuatro pisos por escalera y la cerradura no anda, nuevamente, pero no, ahora es otra la cerradura que no anda y le rogás a tu dios que no sea hoy el día en que deje de funcionar, abrís la puerta.
Antes de ponerte a laburar, te sentás en la computadora un rato como si ella fuera dueña de tu relajo, pero no, leés mails de mierda, mensajes amargos, muy amargos, ¿qué le pasa a la gente? y toneladas de pedidos de pan dulce (eso no es nada malo, la comida es de hecho lo que te da de comer) y te morís de sed, no sabés muy bien por qué, pero hace días que tenes la boca seca, que comprás agua en los kioscos, que llenás botellas y las llevas con vos para todos lados. Entonces, te parece mejor idea seguir bebiendo agua que almorzar. Ponés el agua para el mate y tomás alternativamente (?) un mate, un sorbo de agua fría, un mate, un sorbo de agua fría.
Se hacen las tres de la tarde y te ponés a cocinar y no lo soportás, hoy no. Pero de alguna forma buscás la manera y terminás rápido la tarea. Estás acelerado, no podés más, así que te ponés las zapatillas y salís a caminar para liberar tensiones y ansiedades en un día como el de hoy, con el calor de hoy y el sol de hoy. No importa, lo lográs también, 45 minutos de furia peatonal y te sentís mejor; hirviendo, colorado, con la única idea en mente de sambullirse en una pileta o un charco. No tenés ninguna de las dos cosas, infeliz.
Y volvés a subir los custro pisos y te pones casi en pelotas en la terraza porque no aguantas a entrar a tu casa (en mi casa primero se entra a la terraza y depsués a la casa) y te das cuenta que en la terraza vecina, donde nunca, NUNCA hubo nadie porque estaba abandonada hay gente, un pibe arreglando las cañas y sacando unas lonas sucias y no sabés si decir "qué hacés, vecino" o arrancar la hamaca paraguaya para taparte; bue, entrás a tu casa.
Descubrís en la heladera un dejo de yogur y llenas otro medio vaso y le metés avena, comés sin hambre pero sentías que era hora de ingerir algun sólido. Comés.
Tenés que sacar un presupuesto, pero no tenés ni la más mínima gana de pensar en números, de hacer cuentas, NO. Y mirás tu calendario para anotar una "cosita" más que tenés que hacer y te das cuenta de que ya no hay más lugar en ese calendario, no hay espacio ni para una coma en ese puto calendario y le sacás una foto porque te parece, en cierto punto, atractivo o desquiciante.
Volvés a llenar la bolsa de mandados con la comida, bajás los cuatro pisos y sacás la bici. Llegás a Beccar y sentís "psssssssssssssssssssssssssssssss", pinchaste, obvio. Se te pinchó la mal parida de tu rueda de atrás, pero como no estás ni muy cerca de allá ni muy cerca de acá, decidís que lo mejor es volver a tu barrio, reorganizarte y eventualmente volver a salir. Estás llegando y un garita te frena, ya te conocía, pero vos no lo sabías y se te cuelga hablando quince minutos sobre la pinchadura. Hoy no me importa sociabilizar con nadieeeeeeeeeeee! Hoy me quiero meter en una cueva fresca y oscura, nada más!
Y me habla y yo pienso en la bicicletería que me va a cerrar, es obvio, no voy a llegar a tiempo y medio que le agradezco el repentino interés por mí y mi rueda y me despido. Corro con la bici, llego a la esquina de mi casa y voy barraaaaaanca abajo hasta las vías, siete y media, mesitas con vasos, manteles, la gente se divierte en finde de año, doblo a la izquierda y llego: está abierta, una buena! y le tiro la bici, la bici que él me vendió el domingo y que hoy jueves se me pinchó la rueda de atrás. La iba a tener lista para dentro de una hora. Joya, a subiiiiiiiiiir barranca arriba, pues, llegar a casa y recordar que había un auto. Era un buen momento para subirse a un auto y entregar felizmente la comida que todavía tenía en mi bolsa de los mandados. Subo los cuatro pisos por escalera para buscar la jodida llave del auto; bajo a la cochera (hermoso lugar para vivir en día como los de hoy), saco el auto y tiiiin simbolito amarillo de surtidor de nafta y re concha de tu viejaaaaaa en tanga. Un auto sin nafta es la síntesis de la desgracia. Llego a entregar la comida pero no llegaba a mi casa de regreso ni con algo de suerte, a cargar nafta, a entregar la dignidad, a regalarte a cualqueira, eso es lo que sentís cuando pagás la fuckin' nafta.
Y te tenés que apurar porque tenés que llegar antes de las ocho y media a la bicicletería si no te cierra y la bici la vez el año que viene porque tu bicicletero no abre todos los días, abre cuando se siente bien, cuando el día le amanece copado. Estacionás (es una forma agradable de decir porque más bien lo tirás como viene) el auto, salís a la calle, bajas ooootra vez la barranca y le metés fuego a tus pies (más del que ya tienen) y llegás. "No la terminé todavía" "jooooooya, gracias a dios" te prendés un pucho mientras esperás y te das cuenta que tu vecina está en la bicicletería, pero tu vecina no te conoce y eso es bueno porque no tenés ganas de hablar con nadie. Te
entrega la bici y de cortés que sos nomás le preguntás "¿te debo algo?" "y...estaba pinchada, diez pesos el parche"....... chabóoooooooon, la bici era de maría antonieta y tenía la cubierta más fina que el forro más copado del mundo, pero bueno, le pagás; le das los últimos diez pesos que tenés encima y te vas casi contenta, con el viento pegándote en la cara por el bajo.
Todo bajo termina, entonces subis la barranca y estás a unas cuadras de tu casa. Dejás la bici, subiiis los cuatro pisos y te sentás en la computadora a descargar toda la mierda que comiste este jueves y suena el teléfono: cena con mamá y papá que habías dado por cancelada porque tu cerebro no aguanta un sólo segundo más de jueves; no aguanta un segundo más de 2010.
jueves, 16 de diciembre de 2010
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4 comentarios:
muy bueno!!! jajajajaja, me hizo reir, aunque creo que a vos no tanto jajaja.
Mum
Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.
- Daniel
Gracias, Daniel!
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